Por el Valle de los Pedroches
A Gloria Castro, que en la distancia, está muy cerca
En 1923 el maestro Ernesto García Rodríguez, destinado en Pozoblanco publicó un librito de 53 páginas estructurado en 23 capítulos dedicado a recopilar materiales para trabajar con su alumnado sobre la geografía y la historia de los Pedroches, con un juicio crítico del inspector Alfredo Gil Muñiz y un prólogo de Antonio Jaén Morente, que en ese momento era catedrático del Instituto de Sevilla, del cual entresacamos algunas ideas, por ejemplo el recuerdo de su estancia en la zona con motivo de los diferentes procesos electorales que habían tenido lugar durante el llamado trienio bolchevique y en los que concurrió como candidato:”…es cierto, con certeza recóndita de alma, que en ningún sitio como el valle de los Pedroches hablé con tanto afán-como César, peleando por la honra, más que por el triunfo- y que en las casas de piedra que acusan la innata fortaleza de estas gentes y a la luz extrahumana de los astros, dejé un poco de mi corazón”.
En segundo lugar , el libro le interesa desde el punto de vista pedagógico:”!Lástima es que por todos los Maestros, que son los más llamados a ello, no se proceda a la colección de datos de todas las comarcas españolas, desde el punto de vista geográfico e histórico!” y en seguida, la referencia a su formación y a sus ideas aparece:”Coincidiendo con los días en que se gestaba este libro, la Academia de la Historia recibía con todo honor al maestro don Rafael Altamira, que habló señalando las orientaciones histórico-didácticas del momento actual y del valor social del conocimiento histórico; y también nosotros en la penumbra del Museo Pedagógico cordobés, decíamos nuestro leal entender de cómo ha de ser la escuela la historia de cada pueblo…necesidad de crear la verídica historia hispana: historia equivocada donde el saber vulgar y mendaz que llega a la mayoría de las gentes, es mucho más vasto de lo que se presume; y ha arrastrado por el mundo, la pretérita vida de España en un proceso de desconceptuaciones, que a veces, sin sentido optimista y con el alma rota y amargada, hemos sido muy pródigos en aceptar”.
El objetivo que se propone es de claro talante regeneracionista: “Rectificar todo esto, y con una geografía y una historia nueva hacer el inventario moral y material del país, es nuestra misión, respondiendo también al sentir general del mundo. por muchas vías es acometida esta empresa de rectificación y valoración, y no es la menos interesante-en mi opinión es básica- emprender la construcción de historias locales que después sean engarzadas en series didácticas y literarias, en que se aprecie como conjunto razonado la evolución total de un pueblo, haciendo perenne, aquel gran consejo de Agustín Thierry :guerra a los escritores sin erudición que no han sabido leer, y guerra también a los escritores sin imaginación, que no han sabido escribir…Por eso cuando España está herida por el desconocimiento y la leyenda de su historia…estas obras son muy útiles.
Y para terminar, de nuevo el recuerdo a los días vividos en estos andurriales: “Hubo un día en que un hombre de buena fe, creyendo que eran veraces las palabras de los hombres y que los corazones tenían calor de horno…aceptando de buena fe los millares de manos que a fuerza de apretar cordialmente lastimaba la suya con dolor agradable, hubo un hombre, repito, que una, dos, tres veces, recorrió el valle interrumpiendo el silencio de sus campos, y halló la respuesta victoriosa del eco en las oquedades de la montaña: Quizás fue un sueño lo que es realidad perenne : que estas idas y venidas por la hermosura de la sierra, las perlas vibrantes del amor y reciedumbre de las blancas casitas y la bravía belleza de los encinares, formaron un paisaje emocional, donde quedó cautivo un recuerdo, que en vasallaje del espíritu apresó un alma…”
Manuel Toribio García
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