Recordando a Antonio Luque Ballesteros
Por Manuel Toribio García
Reproducimos a continuación el texto de la intervención en la presentación del último libro de este profesor. En
primer lugar quiero expresar la enorme satisfacción que siento por poder
participar en este acto de presentación del último libro de Antonio .Quiero
dejar también constancia de mi agradecimiento al Ayuntamiento de Carcabuey por
haberme invitado y a Margarita por haber pensado en mí para estar hoy aquí.
Antonio Luque
Ballesteros encuentra aquí en su pueblo natal, el marco idóneo para hablar de
su obra, pues si bien su trayectoria vital y profesional transcurrió la mayor
parte en Cataluña y en la ciudad de Córdoba, hay en él un continuo retorno a su
tierra, a la tierra de esta población de las Subbéticas que le vio nacer y en
la que desde muy pequeño observo como el hombre con su trabajo iba modelando la
tierra. La tierra, siempre la tierra, la labor agrícola, el campo, la tierra
como un continuo ritornello que marco los trabajos y los días de este
intelectual serio y comprometido que fue Antonio.
Yo lo conocí al comienzo
del curso 2000-2001, cuando ocupaba el cargo de asesor del ámbito cívico-social
del CEP Luisa Revuelta. Recuerdo que yo estaba recién llegado a Córdoba y él
vino a mi instituto para presentarnos
sus proyectos. Luego tuve ocasión de seguirlo en muchos de los cursos que
organizó: Recursos multimedia, Renovación pedagógica de las CCSS, Hª y Gª de
España de 2º Bachillerato, El entorno urbano cordobés como recurso didáctico,
la Hª de Córdoba y sobre todo el que organizó en 2006 y que tuvo una magnífica
aceptación sobre Repensar la Guerra
Civil española en su sesenta aniversario, donde consiguió que vinieran a
Córdoba los mejores especialistas del tema, sin olvidar tampoco alguna que otra
incursión en el ámbito del voluntariado social con un curso sobre las posibilidades
didácticas de la labor de las ONGs.
Por un azar del
destino sustituí con carácter provisional y efímero a Antonio en estos
menesteres tras su dimisión en Octubre de 2006, ya no se incorporó a sus
destinos como profesor, primero en el IES ALHAKEN II y luego en el IES Góngora,
pues estaba ya seriamente enfermo y además recuerdo que en mis visitas era
mejor no mencionar nada relacionado con la administración educativa, pues las experiencias vividas lo habían dejado muy
tocado.
Encontró
consuelo, quizás no todo el que necesitaba, en su compromiso a través de su
presencia en el ecologismo político de Los Verdes y sobre todo en su obra
historiográfica. Una obra que venía siendo desarrollada desde muy atrás, y que
culminó con su tesis doctoral defendida en 2002 en la Universidad de Córdoba
sobre “Las instituciones y la divulgación agronómica en Córdoba y provincia
1780-1860”.De aquel esfuerzo , realizado en el seno del Grupo de Historia
Social Agraria, surgieron estos tres libros que constituyen una magna trilogía,
una obra coral que comienza en 2004 con “Entre el vapor y el arado romano. Élites,
instituciones y difusión del cambio técnico en la
agricultura.Córdoba,1780-1870”, continuaría un año después con “Política y
fomento en la Andalucía liberal.Agustín Álvarez de Sotomayor Domínguez (Málaga
1793-Puente Genil 1855), ambos dados a la imprenta en el momento más fecundo de
su actividad investigadora, que culmina con este “Hacendados, labradores y
agrónomos en el marco de la Administración agraria.Córdoba 1847-1885” que la
Diputación Provincial ha tenido a bien publicar este año dentro de la colección
Biblioteca Nueva.
Los tres libros
mantienen un fuerte nexo de unión, pues son como diferentes tomos de una magna
obra y por lo tanto creo que a la hora de hablar de ellos, lo mejor es comenzar
por la dedicatoria del primero:
“ A la memoria de
mi padre, labrador por su mano”.
Pienso que en buena
parte estos libros fueron pensados aquí en Carcabuey, entre los riscos de las
serranías y entre los olivares. Hay además en Antonio una clara intención de dotar
a suis libros de un contenido didáctico y así en la introducción del que hoy
presentamos, comienza con una reflexión sobre el papel que en estos momentos
actuales tienen las decisiones de las administraciones agrarias, las de la UE,
las del Estado, las Diputaciones y los Municipios en las prácticas que deben
seguirse en las explotaciones agroganaderas para mantener la biodiversidad y la
riqueza de los ecosistemas. Desde la investigación de lo que ocurrió en un
pasado no tan lejano, Antonio quiso dar respuesta a un mundo rural que sufre en
sus carnes la crisis del modelo económico capitalista.
Y sin embargo él
creía que la respuesta estaba en volver a la tierra, era como uno de aquellos
ilustrados de fines del XVIII y comienzos del XIX que buscaban en la
aclimatación de plantas foráneas, en los experimentos botánicos, en la
racionalización de las prácticas agroganaderas una respuesta .
Antonio era además
un convencido partidario de la economía social, del cooperativismo. Recuerdo
las conversaciones con él sobre esta cuestión y como siguió con interés la
realización de un libro que hicimos
entre varios miembros de mi familia sobre una cooperativa cordobesa a la que
estamos vinculados.
Comprendemos pues que el motivo central de
sus libros fuese la Agronomía así como el análisis de los planteamientos
administrativos de las instituciones publicas
sobre el Sector Primario, haciéndolo en un recorrido paralelo al estudio
de los principales avatares políticos y sociales del convulso siglo XIX español. Así ha
establecido un modelo de estudio sobre el tema .
El libro en sí,
está estructurado en dos partes, una primera dedicada a la administración
agraria, en la que analiza el paso que se da desde ser un mero espacio de
representación de los propietarios (los hacendados) hasta convertirse en un
instrumento de intervención de los ingenieros agrónomos. En un primer capítulo
analiza la organización de la administración agraria en España hasta 1885 ,
marco en el que surge la Junta Provincial de Agricultura de Córdoba, constituía
en 1848, que experimentó diversos vaivenes al socaire de los cambios políticos.
Progresivamente los ingenieros agrónomos fueron tomando protagonismo,
especialmente destaca el papel desempeñado por don José Mª Rodríguez García
desde su cátedra de Agricultura del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza
de Córdoba-enlazando así con su primer libro donde dedicó jugosas páginas al
tema de la enseñanza profesional agrícola como palanca del cambio técnico-Junto
con este profesor, la otra gran figura de los ingenieros que estudia Antonio es
la de don Juan de Dios de la Puente y Rocha. Precísamente la segunda parte del
libro está dedicada a lo que el llama “Materiales”, dando a conocer textos de
la época y uno de los más significativos es la Memoria sobre el Estado actual
de la Agricultura, industria rural y ganadería en la provincia de Córdoba,
redactado por este ingeniero en 1875 y en la que hace una completa descrpción
de lña geografía agraria provincial:el medio físico, las comunicaciones , los
cultivos típicos de la trilogía mediterránea, las principales plagas y formas
de combatirla, los métodos de laboreo del campo, la transformación en productos
agroindustriales, la sericicultura, la apicultura, la ganadería,etc.
No es la única
memoria que Antonio seleccionó con buen criterio para esta antología de textos
sobre agronomía cordobesa, destacan
también los informes que don Agustín Álvarez de Sotomayor realizó para la Junta
Provincial de Agricultura en 1845-se trata del personaje al que dedicó su
segundo libro, una modélica biografía de este político pontanés, analizando
pormenorizadamente tanto sus escritos como sus actividades políticas, pues fue
protagonista de acontecimentos como la
proclamación de la Junta Suprema de las Andalucías de 1835, cuyo epicentro
estuvo en mi ciudad natal, Andújar, y a la que Álvarez de Sotomayor acudió como
representante de la junta cordobesa en lo que fue un claro intento de afianzar
la revolución burguesa en España volviendo de nuevo a la senda iniciada con la
Constitución de 1812.Precísamente yo he sido alumno del profesor Juan Machado,
que ha estudiado el tema. Puse en contacto a ambos historiadores, iniciando un
diálogo fructífero que no duró más pues ambas fallecieron inesperadamente por
las mismas fechas. Gracias al libro de Antonio se abrían nuevas hipótesis
acerca del movimiento juntero andaluz y es que el caso de Álvarez de Sotomayor
nos muestra como algunos de estos junteros quisieron olvidar sus veleidades
revolucionarias y evolucionaron hacia otros planteamientos llegando incluso a
formar parte del aparato político de la reina Isabel II, por ejemplo en este
caso concreto desempeñando puestos como el de Jefe Político de Jaén entre
1840-1842. A este tema dedicó Antonio un estudio que publicó en el Boletín del
Instituto de Estudios Giennenses y me
encargo de distribuir entre mis colegas y
de Jaén interesados las separatas de la publicación, pues él no pensaba
en sus publicaciones para engrasar un curriculum, sino para que fueran útiles..
Igualmente puse
en contacto a Antonio con el núcleo de historiadores gaditanos intereresados
por el tema, pues yo venía de una estancia de quince años como profesor en esas
tierras, y Antonio tenía noticias de estudios sobre el Jardín Botánico de la
Paz creado por Godoy o en Sanlúcar o de la vinatería jerezana.Le conseguí los
libros publicados y él me dio la tarea de distribuir ejemplares de los suyos.
Esta era mi
relación con Antonio. Nos veíamos en el CEP, también nos visitabamos en
nuestras vecinas casas o quedabamos en
una taberna de Puerta Nueva, el 6, donde al calor de un medio de vino
fraguabamos proyectos, como un curso sobre Historia del Tiempo Presente que
luego yo llevé a cabo y que dediqué a su memoria.
Cuando nuestro
común amigo, el catedrático de la Universidad cordobesa, don Antonio Barragán,
me telefoneó para darme la noticia de la muerte de Antonio, no me cogió por
sorpresa pues conocía su declive, aunque a veces se abría un rayo de esperanza.
Me acuerdo ahora de cuando me lo encontré pleno de optimismo en un acto
electoral de las Elecciones Municipales de 2007
en la Corredera cordobesa, allí nos dimos un abrazo y quedamos en volver
a vernos, aunque ya no fue posible .En el Diario Córdoba publiqué una nota a
modo de necrológica que Margarita ha querido ahora que aparezca en el inicio de
este libro.
Pero Antonio ,
por supuesto que está vivo en sus libros y en todas y cada uno de ustedes , sus
paisanos, que han demostrado con su presencia aquí la admiración y el afecto
hacia Antonio Luque Ballesteros, un historiador como la copa de un pino, quien
como su padre, fue también a su manera “un labrador por su mano”.