lunes, 31 de octubre de 2016

Jaén

En la mañana dominical, Jaén, se despierta, apacible y serena. Es lo propio de una pequeña capital de provincias, donde, tras el bullicio de los días laborables, sede  de los organismos públicos, de hospitales y  de una pequeña alma mater universitaria; ahora recobra el sosiego y la calma. A eso de las doce, la ciudad ya está funcionando, los creyentes acuden a misa guiados por el toque de las campanas de la majestuosa catedral o de las bellas iglesias renacentistas; un pequeño paseo llevando plegado en el brazo el Diario Jaén, más  la compra de pan y pasteles que luego la tarde será hora de estar en casa.
     Es Otoño, tiempo suave, nada del viento invernal que te impide subir por las empinadas calles. Llego en una rápida visita, aquí viví hace ya mucho tiempo. Por casualidad, me topo con el Politécnico donde yo fiui un novato profe de Historia en aquel año del golpe de estado. En el Museo, los íberos y Manuel Ángeles me están esperando.Después, es ya la hora de tomarse algo.:la Manchega, las Cuatro Esquinas o el Hortelano, allí tengo mesa y mantel, compartida con mi Ana, que parece una bella  dama de aquella urbe del condestable .Reparadora siesta en improvisado dormitorio, paseo vespertino y visita obligada al gran templo catedralicio; me siento en la Plaza de Santa María, donde vivía Carmen....los olivos y el abrupto paisaje se cuelan por las esquinas y ya es hora de marcharme por la calle Maestra hacia abajo. Vuelvo a Córdoba, se vienen conmigo los recuerdos de aquellos años, unas pocas aceitunas y buñuelos de crema que son propios del día de Todos los Santos.

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