sábado, 22 de julio de 2017

El placer de tomar un helado

Quizás de lo poco bueno que tenga el verano, odiosa temporada del año y más si vive en el infierno cordobés, es poder disfrutar del helado.El otro día me comí uno de los mejores, era de mandarina y flan, en la Heladería Escoda situada en la Calle Úbeda en frente de la tienda de los papeles pintaos y en la misma acera de la Juguetería Los Tres Reyes, propiedad de los padres de mi novia. En una vitrina tenían expuestos estos clásicos recipientes, que en seguida me recordaron los que mi tío Pepe traía cada dos de agosto para festejar el santo de mi prima Mari y que eran de la iliturgitana La Jijonenca.
Helados de siempre, uno de los pocos placeres que nos queda ya en este mundo miserable.

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