jueves, 23 de enero de 2025
Julián
Desde una isla hispalense, Siltolá por nombre, allá donde viven los castores, anidan las golondrinas y las pérgolas ya esperan atentas el milagro de una nueva primavera.Sí, en ese lugar y esquema, surge un nuevo libro del poeta.
Es un poemario de retorno a la infancia, de reencuentro con la naturaleza y las urbes, de lecciones impartidas por humanos profesores en las aulas, de Historia y de historias.
Es un intento comprometido de captar con las palabras todo lo que bulle en el interior de una mente sigilosa, de un hombre sensible y solidario, de un escritor nada sedentario.
Percibo su afán de cambio y permanencia, de luchar contra las injusticias y el desorden de este caos que reina en nuestro mundo.
Poco a poco me he ido acercando a los poemas de Cañizares, de aquel navajazo-no podía tener otro título al ser él un albaceteño más de manchega prosapia-, a los ciervos que delante de él saltan, a los buenosdías permanentes de un hombre que sale a la calle con su hijo por esa Écija tan nuestra y por la Huerta de la Reina cordobesa.
Poco a poco aprendo a entrar en su universo de metáforas, en su rima no buscada e innecesaria.Gracias a ti Julián, por tu poesía, tus paseos, tu amistad que me hacen sentir poeta.Y también por la dedicatoria tan bonita que me has puesto en el ejemplar que me llegó a través de Calixto, nuestro hermano poeta de esa tríada que formabamos en aquella tan añorada tertulia tabernaria.Me apropio de ella y por un instante, quién sólo es un aprendiz siente que no hay otro camino que el que los versos nos marcan.
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