Las cartas imposibles

Todos los días abro el buzón de mi casa. Rara vez encuentro una carta,a duras penas alguna correspondencia oficial y algún que otro aviso para recoger un paquete de mi mujer o mis hijos. Pero no cejo en el empeño. Sigo mandando cartas a los cuatro confines del mundo. Hoy lo he hecho a mi amigo japonés, Masaya y le he puesto al día de mis cosas. De cómo va la familia, de mis ocupaciones, del tiempo que pasa tan rápido, febrero ya casi se nos va y marzo primaveará con todo su esplendor. Le pregunto por los

suyos y por cómo van sus trabajos, consumado investigador del anarquismo andaluz, a buen seguro que algo está trajinando.