jueves, 29 de diciembre de 2011

Una visión de Sanlúcar de Barrameda




Narciso Climent ha publicado ya varios libros de poesía, relatos, estudios históricos sobre las hermandades de Semana Santa _también uno de los más bellos pregones de la misma_, trabajos de investigación y divulgación sobre el callejero sanluqueño, el colegio de La Salle, programas de televisión sobre los pueblos de la provincia y un sinfín de actividades como Catedrático de Literatura de Enseñanza Secundaria y Canónigo de la Catedral de Jerez.
Ya en otra ocasión, escribí que a Narciso le interesaba la historia de su ciudad con los personajes, las costumbres, calles, piedras, edificios, naturaleza…….presididos por la luz que reina sobre su villa natal: la vida cotidiana, los personajes grises y los que pasaron a los libros de historia con mayúsculas, los que trabajaron esforzadamente por la supervivencia o los que vivieron rodeados de lujo: los poderosos y el pueblo llano.
Este hilo argumental sigue vivo en esta magna obra de investigación histórica que ha emprendido con el ambicioso título de “Historia Social de Sanlúcar” y con el subtítulo de “En busca de nuestro pasado”. Es en primer lugar una obra de investigación, vuelvo a recalcarlo, cuyas fuentes son el Archivo Diocesano de Jerez; y quizás uno de los principales méritos de esta obra sea darnos a conocer la riqueza que este fondo documental tiene, para estudiar nuestro pasado, algo que sospechábamos desde hace ya tiempo cuando su archivero Domingo Gil, nos daba noticias y pistas sobre lo que allí había, lo que gracias a Narciso ahora se ha confirmado; pero también el Archivo Municipal y otros.
El profesor Climent, fue un pionero en trabajar en el Archivo de la ciudad cuando allá por los años ochenta se encargó de redactar los apartados referidos a la Edad Moderna y Contemporánea de una “Historia de Sanlúcar”, una obra colectiva patrocinada por la Diputación Provincial. Ya en ella, demostró un enorme conocimiento de la historiografía local: Pedro Barbadillo, Guillamas, la Duquesa de Medina Sidonia, etc., así como de lo que otros autores de talla internacional habían escrito sobre nuestro pasado: Domínguez Ortiz, Temma Kaplan, Paula Demerson, etc..
Todo este bagaje está presente en su obra, sin olvidar tampoco la aportación que desde los institutos y especialmente su querido “Francisco Pacheco”, del que hasta su jubilación fue profesor y varias veces director, haría un grupo de profesorado muy comprometido con el redescubrimiento y revalorización de nuestras señas de identificación culturales.
Centrándonos en el libro que hoy presentamos, tengo que decir que es el tercer tomo que se publica, dedicado a la primera mitad del siglo XVIII y nos promete varios tomos más. Esta magna empresa, no puede menos que recordarnos la que el historiador e ilustrado Velázquez Gaztelu nos dejó escrito hace más de doscientos años y que también ha sido publicada por ASHEA.
En el prólogo del primer tomo de su historia social, Narciso ya nos dá algunas claves de lo que pretende: “Adentrarnos en la intrahistoria de la ciudad , exponer cada uno de sus más significativos hitos sincrónicos, para que a través de su análisis e interacción cronológica, en sanluqueño y el foráneo puedan poseer unos conocimientos del ayer de su ciudad….. Se centra en la investigación y consecuente exposición de la totalidad de la obra en un aspecto esencial de la historia de la ciudad: la sociedad sanluqueña”.
Pero estamos ante un historiador atípico, un compendio de muchas otras facetas: por sus páginas, a veces, se desliza el narrador, el fino literato que recurre a la ironía, a la nostalgia, incluso a la sátira para retratar a los personajes y las situaciones en que éstos se ven inmersos. Siempre se nos muestra como un enamorado de su pueblo natal. Narciso, ya había dado antes muestras de su habilidad en el relato especialmente en otro libro que prologué junto con nuestro gran amigo Eugenio Pérez, titulado “Una ciudad vestida de luz”. Allí afirmábamos que las raíces podían buscarse en autores locales como por ejemplo Manuel Barbadillo _ Como no recordarlo aquí, esta noche, que estamos en su casa, como también a su hijo Antonio Pedro_ Manuel es representante de un costumbrismo literario al que deberíamos acercarnos sin prejuicios, especialmente su libro “ Escombros, materiales para una historia de nuestra tierra”, que tiene mucho en común con el estilo de Climent. También José Luís Acquaroni, autor de la magnífica y galardonada novela “Copa de Sombra”, tan de actualidad ahora que hay tanto interés por recuperar la memoria histórica de nuestra guerra civil.
Todos estos son los mimbres con los que Climent está hurdiendo esta obra aún inacabada “Historia en construcción”. Es un conjunto de libros densos para leer con calma y sosiego, una obra con carácter casi enciclopédico.
Otra segunda aportación es que a partir de ella conocemos casi al más mínimo detalle la historia eclesiástica de la villa: patronatos, fundaciones, obras pías, iglesias, hermandades, ceremonias, rituales, etc..Por lo tanto constituye una contribución a la historia de las mentalidades y de la vida cotidiana contextualizándola además, en la trayectoria de aquella España imperial de esplendido pasado pero que comenzaba a dar síntomas de cansancio.
Sanlúcar fue una ciudad singular en la España del Siglo de Oro, por ser la cabecera de los estados de los poderosos Guzmanes _ Los Medina Sidonia_ y también el antepuerto sevillano, lo que impregnaría nuestro devenir histórico de una marcada vocación americana.
Este tercer tomo se centra en el siglo XVIII y nos anuncia otro más dedicado al mismo periodo, por la importancia que tuvo, ya que fue sin duda el gran siglo de Sanlúcar, cuando como muy bien definió Demerson, la ciudad se dejó arrastrar por la corriente de la Ilustración. Si bien, en un primer momento, el que ahora se aborda, la oligarquía local atrincherada en el cabildo municipal, se mostraría contraria a las reformas, dentro de lo que se ha llamado la crisis del Antiguo Régimen vivido con enorme desasosiego por los privilegiados que tanto tenían que perder.
Además Sanlúcar experimentaba una difícil situación desde que en 1645 tras la frustrada conspiración del duque la ciudad se incorporó a la corona. En 1680, se trasladó a la vecina villa del Puerto de Santamaría, la capitanía general del mar océano y costas de Andalucía, y en 1717 la Casa de Contratación se situaba en Cádiz, dejándonos fuera del comercio americano. La crisis se nota enseguida: disminución de la población, decaimiento del comercio y en general de la economía local.
Pero muy pronto se dan síntomas de recuperación:
• En 1731, construcción de una nueva sede del Cabildo en el barrio bajo.
• 1736, pósito para almacenar el trigo y ofrecer préstamos a los trabajadores del campo.
• 1744, plaza de abastos.
• 1747, levantamiento del muro de las marismas para impedir las inundaciones y poner en cultivo tierra improductiva.
• 1752, catastro de ensenada para conocer la riqueza de la villa. La ciudad, según este informe, ocupa el puesto veintidós en la Corona de Castilla, en lo que se refiere a población.

Sin duda alguna que en el próximo tomo, Narciso abordará los espectaculares cambios de la segunda mitad del siglo ilustrado y especialmente los años bisagra, que dan paso al siglo XIX y que son claves: sociedad económica de amigos del país, jardín botánico, capitalidad de la provincia de Sanlúcar. Las reformas asoman por doquier, afectan a nuestra economía, con el auge de la vitivinicultura, a nuestra sociedad.
Narciso divide este libro en nueve capítulos en los que desmenuza la composición y funcionamiento del Cabildo, la iglesia local, los estamentos sociales, el día a día de los habitantes de la villa.
El marco cronológico lo fija en 1759 que es precisamente el momento en que Carlos III comienza a reinar. Por cierto que en la biblioteca de temas gaditanos se conserva un curioso librito publicado en nuestra ciudad en 1759, dando cuenta de las fiestas que se hicieron para la proclamación del nuevo monarca que venía desde Nápoles a sustituir a su malogrado hermano Fernando VII. Fíjense en el hecho de que ya había edición de libros en aquella Sanlúcar que iba a ser protagonista de la Ilustración en los reinos de Andalucía.
Para terminar y no cansarles más, pues a buen seguro que ya querrán ojear el libro, pedirle al autor que les firme ejemplares y tomar una caña de manzanilla, no puedo dejar de señalar algunos aspectos de mi relación con Narciso. Recuerdo que cuando lo conocí en 1985, yo era un joven y despistado profesor de historia que llegaba al Pacheco, y como él fue mi amigo, mi apoyo ante tantas dudas y vacilaciones. Recuerdo que me dejó leer el manuscrito de su historia moderna y contemporánea y allí ya me di cuenta que era un hombre inspirado por Clio la musa de la historia. Luego compartí con él tareas de dirección del instituto y su ejemplo está presente en mí, que ya llevo cinco cursos de director en Córdoba.
Tampoco puedo dejar de hablar de Sanlúcar, ya sabéis que me considero un hijo adoptivo de esta ciudad, quince años de mi vida los pasé con vosotros, de aquí son dos de mis hijos y tengo una sana adicción por vuestro néctar, la manzanilla. Hace poco volví a pasear por estas calles, me han sorprendido las transformaciones urbanísticas y ciertas perdidas de nuestro conjunto patrimonial. A veces, casi no la reconozco, pero sé que sigue viva.
Tampoco quiero dejar pasar la ocasión de resaltar la gran labor cultural que esta realizando ASHEA, el mecenazgo de los hermanos Romero Tallafigo, de Jose Luís Barrero, Cajasol y la Diputación , como también la imprenta de Santa Teresa que cada vez se esmera más en sus trabajos.
En fin, concluyo ya, os animo a leerlo, a que le hagáis un hueco en los anaqueles de vuestras bibliotecas. Pocas ciudades se pueden vanagloriar como la nuestra de tener una producción historiográfica de tanto alcance.

3 comentarios:

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  3. Todos tus artículos son magníficos tienes que hacer más sobre Sanlúcar. Me alegro de que vaya bien el blog, que siga así.
    De tu Anita

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