martes, 13 de marzo de 2012

Reconocimiento

El trofeo Séneca
Por Manuel Toribio García

  Personalmente, creo que la mejor forma de reconocer nuestro trabajo como docentes es, además de un salario digno y sin tantos recortes, unas buenas condiciones laborales, la comprensión y apoyo de las familias y superar el ninguneo al que nos someten habitualmente las administraciones educativas; pero a veces no está mal un cierto reconocimento, más que nada por los continuos sinsabores de esta profesión, a la que algunos llegamos vocacionalmente-pero desde luego sin sospechar todo lo que la dichosa ESO conllevaba, pues en más de una ocasión pienso que hago mil cosas distintas a las de profesor de geografía e historia, sobre todo desde que en julio de 2004 asumí la dirección de mi pequeño instituto-.
   Buscando , entre los viejos papeles del archivo de mi centro actual, he encontrado esta convocatoria municipal del año 1972 de un premio que se entregaba todos los años con motivo del Día del Maestro: Trofeo Lucio Anneo Séneca y no me resisto a darlo a conocer, pues no tenía noticias del mismo y desde luego, en los tiempos actuales no hay nada similar.
Y he pensado, de los que fueron mis maestros a quién se lo daría yo. Recuerdo que leí que cuando Albert Camus recogió su Premio Nobel tuvo unas palabras de reconocimiento para su primer maestro, el que le enseñó a leer y a escribir.Yo se lo daría a mi querido profesor de historia en el Instituto Nuestra Señora de la Cabeza, don Juan Machado, pues aunque ahora me siento mal al ver la diferencia de intereses que tengo con mi alumnado y los "malabarismos" que hay que que hacer al afrontar cada día de clases , siempre viene a mi mente que cuando yo era alumno de COU allá por curso 74-75 quería ser como él, profesor de Historia y en esas estamos.

1 comentario:

  1. Esta fue la carta de Camus a su maestro (si me lo permites, Manuel):

    París, 19 de noviembre de 1957.

    Querido señor Germain:

    Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo.

    Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continuarán siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

    Lo abrazo con todas mis fuerzas.

    Albert Camus.

    ResponderEliminar