domingo, 25 de marzo de 2012

Coincidencias

La bodega Manuel Toribio
Por Manuel Toribio García.


Quince años de mi vida han transcurrido en Sanlúcar de Barrameda, allí me hice un adepto al vino manzanilla, estudié la historia de sus bodegas, mantuve amistad con vinateros de prosapia (Toto Barbadillo, Fernando Romero), participé en catas y actos de divulgación de las excelencias de estos caldos...hasta recibí la Medalla de Oro de la Manzanilla Aurora en 1999.Pero, sin duda alguna, lo que más ilusión me hacía eran las continuas confusiones que se producían con mi nombre y el de una bodega ya desaparecida: los carteros depositaban en mi buzón la correspondencia para la misma, recibía peticiones de vinos de varios puntos de la geografía española como una vez que me llamó un señor identificándose como director de una sucursal del Banco Exterior de España en Villarreal para hacerme  un encargo y yo le seguí el juego pensando que era una broma de mis amigos. Esta empresa, radicada fundamentalmente en Jerez, se especializó en botellines-como el que les presento y del cual yo tengo dos magníficos ejemplares en mi colección por cortesía del Bar al que íbamos a desayunar los compañeros del instituto, creo que era el Canal si no me equivoco y referidas a algunas de sus marcas como el Amontillado Madrid o el oloroso Caballista-, también en ventas de pequeños barriles para decorar y usar en los hogares,como uno que mi padre compró a comienzos de los setenta, el cual llegó en una primera instancia destrozado, pero al reclamarlo en Renfe, conseguimos que nos tramitaran un nuevo pedido.
     Igualmente, tuvo cierto mercado en Alemania, Dinamarca y en los Estados Unidos, como nos lo confirman las etiquetas-de las cuales poseo algunos ejemplares gracias a mi buen amigo Eugenio Pérez-, con las cuales  hice alguna pequeña travesura, como embotellar botellas  con fino de Montilla y con ella darles el pego a algún que otro advenedizo que se las daba de entendido en vinos.Ahora estoy muy lejos de Sanlúcar y menos mal que tengo a mi amigo Salvador, con quien comparto el pequeño capricho de tomar uno o dos medios cada vez que nos juntamos en las tabernas cordobesas.

2 comentarios:

  1. Querido Manolo, gracias por hacednos partícipes de tus "confidencias" realmente curiosas y hasta divertidas. Estas coincidencias y vivencias personales conforman la intrahistoria de este singular mundo del vino, tan próximo a los que habitamos por estas tierras vinícolas.

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  2. Dios proteja a Salvador y a los amigos que comparten la conversación y el vino. Coincido con Ana en el agradecimiento por el regalo que nos haces de estas anécdotas tan divertidas y tan bien contadas. En alguna ocasión he participado en alguna de tus propuestas didácticas sobre el mundo vitivinícola y enológico.

    Un abrazo, Manolo.

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