jueves, 2 de febrero de 2012

En Estado de sitio:el temor a la Peste en el Cádiz del siglo XVIII

En estado de sitio: el temor a la peste en el Cádiz de 1720.
Por Manuel Toribio García
                      

         “¡es un maleficio sobre la ciudad!
            ¡Ay Cádiz!!Un maleficio  cae sobre ti!
              ¡Silencio,silencio!”
                Albert Camus,EL ESTADO DE SITIO.




    En 1948, Camus escribió una obra de teatro dedicada a una ciudad, un Cádiz mítico, cuyos habitantes están dominados por la Peste y la Muerte, dos poderes de añeja raíz apocalíptica que vienen a simbolizar la sujeción de los seres humanos a la tiranía. Venía  a ser la traslación dramática de una novela publicada en 1947, titulada “La peste”, si bien en este caso ambientada en Orán. La obra está llena de frescura y vigencia, pues sigue siendo una alegoría de la degradación, de la pérdida de valores, del oportunismo del poder dominante en Occidente; pero también un canto a la esperanza, pues en la obra se deja entrever que otro mundo es posible. En el inicio del año 2012 la misma, en versión del portuense Juan García Larrondo, se ha representado en muchas ciudades andaluzas con motivo de los fastos del Bicentenario de la Constitución de 1812 y ha vuelto a tener un enorme éxito de público.
    Siempre he sido un admirador de Albert Camus y creo que su consideración de lo absurdo de la existencia abre unas vías insospechadas para indagar en nuestro propio conocimiento. Su novela autobiográfica “El primer hombre” es uno de mis libros de cabecera y cuando allá  por 1993 publiqué en la Revista de Historia del Puerto un artículo titulado “La epidemia de peste de 1676-1682” quise hacer un pequeño homenaje a Camus, si bien mi acercamiento al tema era desde una perspectiva exclusivamente historiográfica; pero luego, encontré en el Archivo Municipal de Sanlúcar de Barrameda documentación referida a otra epidemia de peste sufrida en tierras gaditanas y una curiosa ilustración que ahora quiero reproducir y comentar.
   El principal foco del brote de 1720-el último además del que tengamos noticia en Europa Occidental-estuvo localizado en Marsella, que se vería infectada por la llegada en la primavera del navío GRAND SAINT ANTOINE tras una travesía por el Oriente mediterráneo a este puerto francés de una urbe con próspero comercio. En el barco hay signos evidentes de que la muerte se ha enseñoreado con parte de la tripulación, pero los comerciantes marselleses están interesados en la carga y se saltan la cuarentena preventiva .La irregularidad administrativa ( y aquí seguimos el magnífico relato de los hechos que Mariano y José Luis Peset nos dejaron en su libro “Muerte en España”,Madrid,1972) del Primer Magistrado que permite la descarga, causa el contagio en Junio y en Agosto ya toda la ciudad está infectada. Se ve claro que priman los intereses mercantilistas; si Camus viviera hoy seguro que le encontraría partido al tema y nos dejaría alguna de sus reflexiones sobre la crisis del capitalismo actual tomando como excusa los hechos de Marsella.
    La peste no desaparecerá hasta justo un año después  y hasta 1723 no  se reabre el comercio con Marsella. Se contabilizan alrededor de 50 mil víctimas.

    Mientras tanto, a España,  llegan las noticias de lo que está ocurriendo. El 3 de Agosto de 1720 aparece una Real Provisión sobre existencia de la peste en Marsella y las medidas para evitarla , en la que se ordena que los buques que viniesen de esa zona debían guardar cuarentena y llevar una patente de sanidad en la que se especificara origen, derrotero , carga y estado .Pocos días después, el 28 de Agosto se emite otra Real Provisión pidiendo rogativas a María Santísima, San Miguel, San Sebastián y San Roque; pues en la sociedad del Antiguo Régimen era frecuente acudir a lo trascendente, a la religión, a lo sobrenatural , cuando no se encontraba una explicación científica del mal y su curación.

          En el Archivo Histórico Municipal de Sanlúcar de Barrameda hemos encontrado información que permite ampliar estas noticias, así en el cabildo del 13 de Agosto de 1720 (folio 248 r y ss. del libro correspondiente a ese año) se lee una Cédula del Real Consejo de Castilla en orden a las guardas de la Peste de Marsella en que previene Su Majestad con noticias de que se está produciendo el contagio en Marsella y por lo tanto se impida a los bajeles procedentes de allí la entrada en las costas del Reino y por lo tanto  la Ciudad acordaba que en lo que toca a su puerto se nombren diputados que visiten las embarcaciones que allí fondeen y a tal fin se comisiona a don Sebastián Paez de la Cadena Ponce de León y a don Manuel Fernández.
    El 23 de Agosto se lee en el cabildo(fol.249 r y v) una carta de Don Luis de Miraval, Gobernador del Real Consejo de Castilla, fechada en Madrid  a 19 de ese mes, en la que que  pide se “cele con la maior vigilancia poniendo en  ejecución las precauciones que por la Real Cédula se previenen” y desde Sanlúcar se acuerda entrar en contacto con las ciudades vecinas y lugares del contorno para estar bien informados y no se permita la entrada de embarcaciones ni de pasajeros ni mercancías procedentes de Marsella y además se pide que la Caballería del Rey, que en ese momento tenía un destacamento en la ciudad, haga guardias en sus playas así como dar instrucciones precisas a todos los pilotos que controlan la entrada de barcos al canal de entrada a este puerto así como nombrar una persona que supervise estas operaciones desde el llamado Barco de la Aduana , que pasaba a ser considerado como un barco de la salud,  estableciendo turnos de veinticuatro horas y que quien no cumpliese con lo acordado  fuese declarado “enemigo de la Patria”.También se acuerda extremar la limpieza de las calles nombrando unos diputados que  la  lleven a cabo sobre todo en el Barrio Bajo, que es el más cercano al mar.
     El 10 de septiembre llega una carta del Rey que es leída en la sesión de cabildo(fol.253 v) donde se insiste en realizar las rogativas ya comentadas “para que pidan a Dios libre de la Peste a la Francia y a los dominios de su Majestad” y otra misiva también regia leída el 15 de octubre (fol.257 v) en la que se ordena que sólo se admita la entrada de ropas de puertos sanos .Como se sabe la enfermedad se transmitía a través de la sangre, iniciándose en las ratas negras y cuando eran picadas por las pulgas,  éstas ejercían de transmisor al picar a su vez a los humanos, encontrando en los tejidos que llevaban cierto tiempo almacenados en los barcos, un magnífico habitat.
    Hasta aquí nuestras noticias, las poblaciones gaditanas parece que quedaron libres del contagio.  En cuanto a la ilustración, que representa a Cádiz en la época y un texto en el que un escribano público nos indica “que por la Divina Misericordia de Dios N.Señor esta dicha ciudad y sus vecinos están libres, y sanos del mal de peste” y permite a un barco salir con doce personas a bordo con destino a Sevilla.
   El miedo al contagio, los recuerdos de las penurias sufridas siempre que este terrible mal azotó  las costas gaditanas están presentes ahora y es que las epidemias sufridas en los siglos XVI y XVII fueron terroríficas y de consecuencias espeluznantes .Las ciudades gaditanas, en estado de alerta, acuden a todos los medios , los humanos, técnicos y hasta sobrenaturales, pues saben que la vida está en peligro y se ven así abocados a  una situación límite, al  “estado de sitio” camusiano.
           

1 comentario:

  1. Manolo, te felicito por este artículo y como, con maestría, has relacionado, el comentario documental y el tema puramente historiográfico con el literario y con el magistral Albert Camus y su obra. Ayer mismo tuve la oportunidad de ver la obra "Estado de sitio", en la versión de mi paisano y amigo Juan García Larrondo. También él, en esta adaptación, ha tenido la maestría de actualizar el drama camusiano a la tiranía y las opresiones de estos inicios del siglo XXI. Así lo entendimos muchos, al menos. No sé si tú has tenido ocasión de ver la obra. Un abrazo. Mercedes

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