Un viaje a Trás-os-Montes
Por Manuel Toribio GarcíaEn 1986, realicé mi primer viaje a Portugal, entrando por la provincia de Zamora y teniendo a Bragança -cuna de la Monarquía portuguesa- como objetivo central .Recuerdo las tortuosas carreteras, pero también un paisaje agreste y a la par bellísimo; de pronto, un paraje inesperado, una playa fluvial en uno de los afluentes del Douro.
Luego, en 1998, Julio Llamazares publicó su libro de viajes a esta región del país vecino y la lectura de sus páginas me emocionó (conservo un ejemplar con la dedicatoria del autor: "Para Manuel Toribio, que conoce Trás-os-montes y sabe como son sus carreteras").
Ahora, he vuelto, cruzando la casi inexistente frontera por el embalse del Duero Internacional, en la comarca de los Arribes -espectacular masa de piedra cortada por la erosión de las aguas a lo largo de los siglos-. Al llegar a Miranda do Douro, aparcamos el coche justo al lado de los restos del castillo de Don Dionis y en seguida un simpático viejito vino a saludarnos y apelando a una deseada hermandad hispanolusa, nos contó en el dialecto mirandés la historia del lugar, la batalla encarnizada entre españoles y portugueses en el siglo XVIII y la curiosa leyenda del Menino Jesus da Cartolinha que acudió en ayuda de los lugareños, adobándola con otra anécdota y es que este pequeño niño se impuso a siete forzudos soldados españoles a base de darles patadas en las rodillas.
Después, en la visita a la Sé, la antigua catedral, me sorprendió que esta historia no apareciera recogida en ningún lugar ni siquiera en la capillita del Niño Jesús (por cierto repleta de sus trajecitos y complementos de vestir para las diferentes festividades) y esto sembró mis dudas, pero me parece bella y si este hombre nos la quiso contar por algo sería.
Pudimos admirar la artesania tradicional en el Museo da Terra, dar un tranquilo paseo por sus ruas (especialmente por la de Don Turibio) y de nuevo vuelta a Zamora. Pero al salir, nos topamos de bruces con un inquietante cartel que nos recordaba los signos de los tiempos que compartimos las comunidades ibéricas, la feroz crisis económica que nos oprime el corazón...y por supuesto el bolsillo. Menos mal, que entre mis alforjas llevo una botella de vino tinto del planalto mirandés para combatir el pesimismo.
Preciosa crónica de tu viaje, Manuel. Además de bien documentada y amena, como siempre, con esas gotitas de humor y de ironía, sal fina de tu inteligencia y excelente pluma. Me ha encantado. Un abrazo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este pequeño y humano resumen de tu escapada a Portugal. Te felicito. Yo soy una gran amante del país veicno. Siento por él una especial atracción, hasta el punto de que siempre he dicho que si no fuese española, probablemente sería portuguesa. Creo que lo hemos recorrido casi por completo, aunque me quedan muchos, muchísimos rincones por explorar. Todo Portugal es bellísimo, lánguido y misterioso. Es un país donde la melancolía se hace fuerza, o al contrario, da igual. Pero esta comarca que describes de Tras os Montes no se parece a nada. Es dura, feroz y atractiva. Sus carreteras, especialmente a la caída del sol, y si además es otoño o invierno, verdaderamente inquietan, y mucho.
ResponderEliminarY, claro que no, empobrecer no es la solución. Mejor enriquecer, como podamos, por ejemplo, contando, como ahora has hecho, pequeñas maravillas de grandes lugares. Un abrazo.
Lindo relato de su rápido viaje a su país vecino. Me agrada especialmente el regalo inesperado de ese agradable viejito: el apéndice de la leyenda del Menhino Jesus de Cartolinha (quien según comentan su guardarropa es tan amplio que podría vestirse todos los días del año con diferente atuendo). Le da vida, movimiento, "chispa" y ... moraleja. Pienso que eventos como éste que nos compartes, suelen suceder cuando viajamos, dan un toque especial y mágico, que nos renueva para incoporarnos a la rutina diaria. Saludos!
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