jueves, 9 de febrero de 2012

Una carta a María Zambrano

Una carta a María Zambrano.
Por Manuel Toribio García


     Gracias a Gloria Castro y a Manuel Estévez he podido acceder a esta carta que el historiador cordobés Antonio Jaén Morente envió  el 18 de Noviembre de 1955 a María Zambrano y a su esposo, que en ese momento también se encontraban en el exilio en Roma, con el objetivo de hacerles llegar un “Requiem” que había publicado con motivo de la muerte del filósofo Ortega y Gasset.
     Antonio Jaén estaba ya en la etapa final de su larga y fecunda vida, asentado en San José de Costa Rica-donde llegaría a dirigir la Cátedra Menéndez Pidal- , acompañado de su nueva esposa, María Cristina Goicoechea y con números proyectos, a pesar de los achaques de salud y del peso de los años; así nos lo confirma el testimonio de una persona que lo trató en aquellos días, Yves de la Goublaye:” Un día le hice una visita a don Antonio Jaén Morente, esposo de una prima hermana de mi madre, doña Mª Cristina Goicoechea en su residencia del Barrio Amón, calle 1....don Antonio era uno de esos republicanos furiosos, de carácter fuerte y poseedor de  una gran erudicidad que había dejado su España natal durante la Guerra Civil española. Para esos años era Catedrático de la Universidad de Costa Rica. Debido a su edad avanzada había perdido casi toda la visión y no podía leer por sí mismo. Algunos fines de semana yo venía a leerle lo que le interesaba. Siempre me llamó la atención la gran memoria que tenía, se acordaba donde había hecho alguna anotación al margen de una página de un libro y me pedía que la buscara y le leyera lo que había anotado. Era un gran conversador y me contaba en detalle su visión sobre la Guerra Civil española, su vida en el Ecuador....lograba hacer un gran equipo con su esposa Mª Cristina, a quien le dictaba y ella transcribía luego en una máquina de escribir. Quizás mi interés por la historia estuvo muy influenciado por las largas charlas con  don Antonio, quien me insistía en la importancia de ser preciso y profundo en los análisis y no descansar hasta terminar un trabajo de investigación. Su biblioteca siempre la mantengo en mi memoria”.
    En l964 Don Antonio Jaén fallecería  y sus restos descansan en esa ciudad centroamericana.Cartas como ésta , revelan la intensa personalidad del que las escribe; los tachones nos hablan de  la enorme emoción que sentía cuando las escribían otros por él-ya que estaba prácticamente ciego- y no terminaba de encontrar la palabra precisa que quería transmitir.En esos años, su actividad seguía siendo frenética y  en el Instituto Costarricense de Cultura HIspánica deben quedar muchos testimonios de la misma, que ojalá pudieramos consultar.

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